Hace poco, cuando salía del
ascensor a la hora habitual, se me ocurrió que mi vida, con sus días que cada
vez se vuelven más uniformes en los menores detalles, se parece a los castigos
escolares en las que el alumno tiene que escribir diez, cien o más veces, según
la gravedad de la culpa, una frase carente de sentido- al menos al repetirla-;
pero en mi caso se trata de un castigo en el que la orden es: ”tantas veces
como seas capaz de resistir”
Diarios (1914-1923), Editorial Lumen, pág 14