Su convicción era que el irnos de vacaciones a uno de esos hoteles le permitiría conocer a profesores como ella y, en consecuencia, garantizaría que sus hijos se hicieran amigos de hijos de otros profesores y se ennoviaran tal vez con hijos de otros profesores para convertirse luego ellos mismos en profesores, hasta procrear nuevos hijos de profesores y pasar sus vacaciones y su existencia juntos para siempre en un torbellino pedagógico. Esta era su idea del mundo.
HERODES PEDAGOGO
Decía Juan de Mairena en sus momentos de mal humor: «Un pedagogo hubo: se llamaba Herodes».
viernes, 5 de abril de 2024
viernes, 22 de marzo de 2024
DESPEÑAPERROS, JOSÉ MARÍA VAZ DE SOTO (III)
El que examine a un niño será a su vez examinado y suspendido, y el que lo examine y lo suspenda será a su vez examinado y suspendido… por el cuello
viernes, 8 de marzo de 2024
HOMBRES EN MI SITUACIÓN, PER PETTERSON
... la izquierda, a la derecha del cambio de agujas de Alnabru, que era sin duda más interesante en la oscuridad, con todas sus luces, que de día, y un poco más adelante, arriba, a la izquierda, detrás del bosquecillo estaba el colegio de Veitvet, donde pasé la mayor parte de mis días durante siete años, y recordaba cada uno de ellos como una tortura, seguro que no lo fueron, cómo podrían serlo, pero solo se me venía eso a la memoria. Solo una amargura repentina y tremenda, algunos profesores, algunos alumnos a los que no podía olvidar y a quienes nunca perdonaría...
Hombres en mi situación, Libros del Asteroide, pág 185
viernes, 23 de febrero de 2024
TRAVESÍA DE OSUNA (II), RAFAEL RODRÍGUEZ SÁNDEZ
El profesor de dibujo es calvo y tiene un bigote espeso, no es alto, más bien bajo y tiene muy buena voz, una voz sonora y grave que se oye muy bien en toda la clase y con una potencia que compensa la poquedad de la estatura. A pesar de estas buenas cualidades no recuerdo que nos enseñara nada de interés ni siquiera a los que podrían tener aptitudes para su disciplina, si bien hay que decir en su descargo que había poca estimación por el dibujo entre nosotros, y se encontraban de este modo dos indiferencias que daban un pobre resultado
Travesía de Osuna, página 110
viernes, 9 de febrero de 2024
UN VERDOR TERRIBLE, BENJAMÍN LABATUT
Pensó en las clases que tendría que retomar apenas se recuperara, en el tedio de la repetición, en las miradas en blanco de sus alumnos y en la textura de la tiza deshaciéndose entre sus dedos, y de pronto le pareció ver toda su vida futura como si fueran escenas paralelas y simultáneas, un abanico de probabilidades que se bifurcaba en todos los caminos posibles
Un verdor terrible, Anagrama, pág 161
viernes, 26 de enero de 2024
GRANDES ESPERANZAS, CHARLES DICKENS
Una tía abuela del señor Wopsle daba clases nocturnas en el pueblo; es decir, que era una ridícula anciana, de medios de vida limitados y de mala salud ilimitada, que solía ir a dormir de seis a siete, todas las tardes, en compañía de algunos muchachos que le pagaban dos peniques por semana cada uno, a cambio de tener la agradable oportunidad de verla dormir.
viernes, 12 de enero de 2024
AMERICANAH, CHIMAMANDA NGOZI ADICHE (III)
Isioma le preguntó por qué su hijo no hacía aún apenas matemáticas e inglés
- Nuestro método es más conceptual. Preferimos que durante el primer año los niños exploren su entorno- respondió la directora.
- Pero esas dos posibilidades no deberían excluirse entre sí. También pueden aprender algo de matemáticas e inglés- insistió Isioma. Luego, con un humor que no pretendía ocultar la seriedad subyacente, añadió- : Mi sobrina va a un colegio en el continente y a los seis años sabía escribir “onomatopeya”
Americanah, Literatura Random Houes, pág 477viernes, 29 de diciembre de 2023
MI PADRE ALEMÁN, RICARDO DUDDA
Los niños íbamos a clase con una mochila tornister. Tenía atada una cuerda con un trapo y una esponja. Dentro de la mochila llevábamos una pizarra. Si había deberes, los hacías en casa en la pizarra y al día siguiente la llevabas al colegio. Y cuando la profesora veía que los habías hecho, entonces mojabas la esponja y limpiabas la pizarra con ella. Luego con el trapo la secabas. Tenías que tener cuidado de que no se te borraran los deberes por el camino. Por eso la esponja y el trapo colgaban por fuera. Los niños jugaban mucho a tirarte del trapo, de la cuerda, mojarte la cabeza con la esponja.
Mi padre alemán, Libros del Asteroide, pág 134
viernes, 15 de diciembre de 2023
LA QUINTA ESQUINA, IZRAIL METTER
Difícilmente alguno de mis alumnos me recordará: a nadie fui capaz de enseñarle nada que valiera la pena
La quinta esquina, Libros del Asteroide, página 71
viernes, 1 de diciembre de 2023
A PROPÓSITO DE ABBOT, CHRIS BACHELDER
Los folios de los programas siguen algo calientes tras salir de la fotocopiadora, y Abbott siempre siente, cuando los reparte, que les está dando a los alumnos algo nutritivo, algo preparado, algo horneado. Imagina el delantal y las manoplas de un profesor universitario. Abbott solo tiene pensado hablar unos diez minutos sobre la asignatura, pero lo acaba haciendo durante treinta y cinco. Tiene pensado mostrarse severo e intimidatorio, pero no lo hace
A propósito de Abbott,Libros del Asteroide, pág 273
viernes, 17 de noviembre de 2023
UNA TEMPORADA PARA SILBAR, IVAN DOIG (III)
Lo seguimos hasta el cuartito de los abrigos. Se quedó mirándonos y se cruzó de brazos: nunca es buena señal, viniendo de un maestro.
viernes, 3 de noviembre de 2023
viernes, 20 de octubre de 2023
CHICO DE BARRIO, ERMANNO OLMI
viernes, 6 de octubre de 2023
POSTALES DE INVIERNO, ANN BEATTIE
Una vez, cuando Franklin corría con ellos dando vueltas a la pista, se llevó las manos al pecho y cayó en la grava. Todos corrieron hacia él. Franklin sonrió: «Solo quería ver si os preocupabais por mí, hijos de puta», dijo. «Me acordaré de esto cuando llegue la hora de poner las notas». Con Franklin, nadie bajaba del siete; les ponía un siete incluso a los gordos y al chico raro. Cuando Charles hizo la solicitud a la universidad del estado, Franklin le escribió una carta de recomendación. Charles había oído que una recomendación del profesor de gimnasia ayudaba mucho. No sabía por qué. Pero le pidió a Franklin que se la escribiera, y Franklin lo hizo. Se la entregó en la clase siguiente. Había escrito el nombre del mes mal, y puesto comas donde no debía. A Charles, Franklin le dio mucha lástima; después de aquello, le costaba mirarle a la cara.