Me
revolví en el asiento mientras la mirada colectiva del aula
permanecía en el personaje que estaba al frente de la habitación.
Por mi experiencia en ambos frentes del aula, sé que en esa mirada
hay duda, asombro, emoción, esperanza, algo de temor y algo que se
acerca a la adoración: esos son todos los ingredientes de ese primer
encuentro entre el maestro y aquellos cuyo destino es sentarse y
aprender.
Una
temporada para silbar, Libros del Asteroide, pág 112
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