Hablar,
pues, de la memoria común de un pueblo era un enorme disparate, pero
al mismo tiempo una excelente estrategia de la patria. La historia
que se enseñaba a los niños era a todas luces un intento de
establecer en los jóvenes razonamientos una fórmula para la
memoria, limitada y cuantitativa. Aprender la historia de un país
era, para los más atentos, perder la memoria individual.
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Es la enseñanza de la historia lo que empieza a anular al ciudadano-
decía Klober-. Cuando te dicen: debes conocer los hechos históricos
de tu nación, en realidad te están diciendo: debes olvidar que
tienes una memoria individual y que esta funciona por sí sola. Que
tu memoria no empiece a funcionar antes de que la ocupemos, esto es
lo que piensa quien enseña- decía Klober-. No me extraña que no
haya nacido ningún genio desde hace más de cincuenta años: ¿quién
puede ser realmente creativo cuando nos embriagan con la historia
desde el primer momento?
La
máquina de Joseph Walser, Mondadori, pág 104