Hay una escena que funciona
casi como una alegoría: antes de ser asesinado, Guevara pasa la
noche previa en la escuelita de La Higuera. La única que tien con él
una actitud caritativa es la maestra del lugar, Julia Cortés, que le
lleva un plato de guiso que está cocinando la madre. Cuando entra,
está el Che tirado, herido, en el piso del aula. Entonces- y esto es
lo último que dice Guevara, sus últimas palabras-, Guevara le
señala a la maestra una frase que está escrita en la pìzarra y le
dice que está mal escrita, que tiene un error. Él, con su énfasis
en la perfección, le dice: “Le falta el acento”. Hace esta
pequeña recomendación a la maestra. La pedagogía siempre, hasta el
último momento
El
último lector,
Anagrama, pág 137