—En mis tiempos —dijo el Sargento— la mitad de los alumnos de primaria andaban por ahí con semejante número de infecciones en la boca como para diezmar la población de la Rusia continental y marchitar una cosecha con solo mirarla. Ahora eso ya no pasa, hay revisiones obligatorias, los dientes que no están mal del todo los rellenan con hierro y los que sí están mal los extraen con algo parecido a unas tenazas para cortar alambre.
El tercer policía, nordicalibros, pág 107