Nunca
le gustó el colegio. Le gustaba trabajar, le gustaban las clases y
los profesores. Ojalá el colegio hubiera sido sólo eso. Pero había
infinidad de niñas, siempre peinándose y repeinándose y tapándose
la boca entre risitas. Eran insufribles.
La
extraña desaparición de Esme Lennox,
salamandra, pa´g 121
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