viernes, 22 de octubre de 2021

PEQUEÑAS MANIOBRAS, VIRGILIO PIÑERA (II)

He llegado tarde a la escuela. Media hora de retraso. Mis alumnos están excitados. Veo en sus caras que daban por seguro que el ‘pobre’ maestros se hubiera enfermado. Ese asueto malogrado redoblará la hostilidad que me procesan. Paquito se ríe en mis barbas y Juanito me hace muecas. Trato de calmar estas pequeñas venganzas infantiles con la promesa de un cuento al final de la clase, pero estos niños modernos deciden en su interior que comportarse bien no valdrá la pena, pues de cualquier manera les contaré el cuento. He aquí que no yo, sino ellos, ponen condiciones. Si me porto bien, es decir, si dejo que se indisciplinen, si no les hago preguntas ‘difíciles’ y si hasta me dejo insultar, amén del relato de una hermosa historia (por supuesto, una historia de gángsters) en posible que en la próxima clase excluyan de su programa de atropellos las bolitas de papel que a diario llueven sobre mi mesa. No me lo dicen con palabras, pero está escrito en sus caras y como yo tengo que contestar con la mía, compongo una que es la suma de todas las humillaciones



Pequeñas maniobras, Alfaguara, pág 127

viernes, 8 de octubre de 2021

VIDA, KEITH RICHARDS (III)

Era famoso por mi mal genio (como si los demás no lo tuvieran). Un mal genio desatado por la 'tarta gitana'. Viéndolo ahora con perspectiva, la verdad es que el sistema educativo británico durante aquellos años de posguerra no contaba con muchos medios: el profesor de educación física venía de entrenar a comandos y no veía por qué no iba a tratarnos exactamente igual que a ellos aunque tuviéramos cinco o seis años. Muchos profesores acababan de licenciarse del ejército, algunos habían luchado en la Segunda Guerra Mundial y otros había vuelto hace poco de Corea, así que te criabas a base de alaridos y toques de corneta.


 Vida, Globalrhythm, pág 33