viernes, 24 de noviembre de 2017

EL MAGO, JOHN FOWLES

Los chicos de la clase media fabricados en serie a los que tenía que dar clase eran bastante horribles; la claustrofóbica población de provincias era una pesadilla; pero lo verdaderamente insoportable era la sala de profesores. Llegó a ser casi un alivio tener que ir a clase. La tediosa y entumecedora rutina anual de sus vidas pesaban sobre los profesores como un estigma. Y era auténtico tedio, sin relación alguna con mi ‘ennui’ de moda. Sus consecuencias eran la hipocresía, la gazmoñería y la ira impotente de los viejos que saben que han fracasado y de los jóvenes que sospechan que van a fracasar. Los directores de departamento eran como el sermón que se escucha antes de ir a la horca; algunos de ellos te producían algo parecido al vértigo, una fugaz visión del insondable pozo de la futilidad humana… o eso fue al menos lo que empecé a sentir a comienzo del segundo trimestre



El mago, Compactos Anagrama, pág 14 

viernes, 10 de noviembre de 2017

MIDDLEMARCH, GEORGE ELIOT

En ocasiones había aceptado alumnos a los que daba clases al modo peripatético, haciendo que la fuesen siguiendo de un lado a otro por la cocina con el libro o la pizarra. Consideraba instructivo que sus discípulos pudieran ver cómo era capaz de lograr una excelente espuma mientras corregía sus equivocaciones ‘sin mirar’; cómo una mujer remangada hasta por encima del codo podía saberlo todo sobre el modo subjuntivo o la zona tórrida; cómo, en pocas palabras, podía tener ‘educación’ y otras buenas cosas que terminaban en ‘ción’ y dignas de ser pronunciadas con énfasis, sin ser una muñeca
inservible


Middlmarch, Debolsillo, pág 334