Mi pequeño Paucha, Jesús, era muy, muy inteligente. Me sentía orgullosa de él. Palabra de madre. Porque una madre, sabe. Lo sabe todo. No iba presumiendo por ahí porque soy mujer de orgullos secretos, pero siempre lo veía estudiando, haciendo los deberes, llenando páginas y páginas con una letra que me parecía preciosa
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