... la izquierda, a la derecha del cambio de agujas de Alnabru, que era
sin duda más interesante en la oscuridad, con todas sus luces, que
de día, y un poco más adelante, arriba, a la izquierda, detrás del
bosquecillo estaba el colegio de Veitvet, donde pasé la mayor parte de
mis días durante siete años, y recordaba cada uno de ellos como una
tortura, seguro que no lo fueron, cómo podrían serlo, pero solo se
me venía eso a la memoria. Solo una amargura repentina y tremenda,
algunos profesores, algunos alumnos a los que no
podía olvidar y a quienes nunca perdonaría...
Hombres en mi situación, Libros del Asteroide, pág 185