No
estudio. No hago los deberes. No presto atención. Y no me importa lo
más mínimo. En las clases permanezco sentado, en silencio, en mi
pupitre, mirándome los pies, pensando que preferiría estar en
cualquier otra parte, mientras el profesor habla y habla sobre
Shakespeare, la batalla de Bunker Hill o el teorema de Pitágoras
Open.
Memorias, Duomo, pág 101
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