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Pero aunque las palabras no basten- alegaba en el aula Valverde-,
siempre valen más que el silenco, ‘algo’ nos comunican, ¿verdad?
Los
alumnos- casi todos eran chicas- observaban al sabio desde los bancos
sumidos en la mayor perplejidad, como si a todos los acabasen de
lobotomizar. Valverde tiene un poema sobre esos momentos
Lo
que cuenta es la ilusión, Destino, pág 52
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