Dar clases de español es parte de las obligaciones de mi beca de doctorado. Tres veces por semana me paro frente a la pizarra y les enseño a unos estudiantes, medio dormidos y que apenas disimulan el pijama bajo polerones enormes con el logo de la universidad- la mía es la primera hora de la mañana-, las diferencias entre ‘ser’ y ‘estar’
- ¿Cómo están?- les pregunto.
- Soy bueno- responden
Una música futura, María José Navia, pág 51
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