Es
profesor de literatura en cuatro universidades de Santiago. Hubiera
querido ceñirse a una especialidad, pero la ley de la oferta y la
demanda lo ha obligado a ser versátil: hace clases de literatura
norteamericana y de literatura hispanoamericana y hasta de poesía
italiana, a pesar de que no habla italiano. Ha leído, con atención,
a Ungaretti, a Montale, a Pavese, a Pasolino, y a poetas más
recientes, como Patrizia Cavalli y Valerio Magrelli, pero en ningún
caso es un especialista en poesía italiana. Por lo demás, en Chile
no es tan grave dar clases de poesía italiana sin saber italiano,
porque Santiago está lleno de profesores de inglés que no saben
inglés, y de dentistas que apenas saben extraer una muela- y de
personal trainers con sobrepeso, y de profesoras de yoga que no
conseguirían hacer clases sin una generosa dosis previa de
ansiolíticos. Gracias a su indudable capacidad de improvisación,
Julián suele salir airoso de sus aventuras pedagógicas. Siempre se
las ingenia para salvar la situación camuflando alguna frase de
Walter Benjamin o de Borges o de Nicanor Parra
La
vida privada de los árboles, Anagrama pág 26
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