He
sido un buen profesor porque jamás he pensado demasiado en la
enseñanza; me limitaba a trabajar con el programa de estudios y a
insistir en aplicar los más elevados criterios. Nunca tuve alumnos
favoritos ni intenté ser apreciado; nunca me involucré de corazón
en el éxito de ningún estudiante inteligente, y siempre tuve buen
cuidado de saber bien lo que decía. No era un profesor accesible,
pero si alguien se dirigía a mí, me comportaba con cortesía y le
dedicaba toda mi atención. Por
supuesto, disfruté con la enseñanza, y supongo que mi goce tuvo su
influencia en los chicos.
El
quinto en discordia, Libros del Asteroide, pág 155
No hay comentarios:
Publicar un comentario