Entonces
fue cuando mi hermano Lázaro, que estaba en América, de donde nos
mandaba regularmente dinero, con que vivíamos con decorosa holgura,
hizo que mi madre me mandase al colegio de religiosas, a que se
completara, fuera de la aldea, mi educación, y esto aunque a él, a
Lázaro, no le hiciesen mucha gracia las monjas. ‘Pero como ahí-
nos escribía- no hay hasta ahora, que yo sepa, colegios laicos y
progresivos, y menos para señoritas, hay que atenerse a lo que haya.
Lo importante es que Angelita se pula y que no siga entre esas zafias
aldeanas’. Y entré en el colegio pensando en principio en hacerme
maestra; pero luego se me atragantó la pedagogía
San
Manuel Bueno, mártir, Cátedra, pág 97
No hay comentarios:
Publicar un comentario