Le
alivió que fuera temprano, que Patrice no estuviese en casa para no
recibirle, para hacer caso omiso de su retorno, porque era viernes,
un día plenamente lectivo en que un montón de niños con las
piernas cruzadas cantaban por la tarde, al unísono, disonantes ante
el piano de Patrice
Solar,
Ian McEwan, pág 108
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