viernes, 13 de septiembre de 2019

TRÁNSITO, RACHEL CUSK

Los alumnos eran, por lo general, tan exigentes y egocéntricos que terminado el curso se sentía completamente vacía. Al principio tenía la sensación de estar dándoles algo, algo bueno, algo que podría cambiarles la vida; en un primer momento, esa sensación de vacío le había parecido una especie de agotamiento virtuoso. Pero según se iba vaciando durante los cuatro o cinco días del curso, comenzaba a pasar otra cosa. Empezaba a verlos- a los estudiantes- con mayor objetividad; en esa manera de necesitarla que tenían ya no advertía criterio, sino parasitismo. La sensación de que ellos la habían embaucado para que se viera generosa, incansable, inspiradora, cuando, en realidad, no era más que una víctima que se había sacrificado a sí misma



Tránsito, Libros del Asteroide, pág 115

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