Pensó en las clases que tendría que retomar apenas se recuperara, en el tedio de la repetición, en las miradas en blanco de sus alumnos y en la textura de la tiza deshaciéndose entre sus dedos, y de pronto le pareció ver toda su vida futura como si fueran escenas paralelas y simultáneas, un abanico de probabilidades que se bifurcaba en todos los caminos posibles
Un verdor terrible, Anagrama, pág 161
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