viernes, 14 de noviembre de 2025

LOS HIJOS DEL EMPERADOR, CLAIRE MESSU

 Cuando el seminario se acercaba a su fin, Murray Thwaite sintió el cosquilleo en la garganta que le exigía tanto un cigarrillo como una copa. La noche había caído al otro lado de las ventanas del aula y los alumnos, pese al reproche de las luces fluorescentes, estaban repantigados y desplomados, sin dignidad alguna, en sus sillas de plástico. Habían aguantado bastante bien, para ser alumnos, y habían mostrado interés, hasta entusiasmo, ante su relato de primera mano sobre el movimiento antibelicista de finales de los sesenta y comienzos de los setenta —de hecho, les había parecido increíble y se habían emocionado al imaginar el patio de su querida institución, al otro lado de aquellas mismísimas ventanas, rebosante de renegados, con un melenudo Murray entre ellos—, pero al cabo de tres horas estaban agotados, ávidos de sus cenas de cantina, de la desaseada calidez de sus dormitorios y de la cháchara intrascendente (¿de qué hablarían esos crios?) de sus colegas.

 


 

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