Los profesores deberían ser
examinados todas las semanas y los maestros enviados a la escuela
todas las vacaciones. Si algún profesor o algún maestro se acerca
de pronto al pupitre de un niño y, sin preguntarle nada ni decirle
por qué, lo hace levantarse a empujones, lo insulta groseramente, lo
golpea brutalmente con una palmeta y lo echa a puntapiés a la calle,
debe ser empujado a su vez, golpeado a su vez por la misma palmeta y
la misma brutalidad y expulsado a su vez a patadas de la escuela y
del cuerpo de profesores o del cuerpo de maestros; se le hará
ingresar en prisión y se le impartirá un cursillo intensivo de
incitación al suicidio; si no se aprende la lección o no la
aprovecha, se le dará otra paliza con otra palmeta mayor y se le
impartirá otro cursillo doblemente intensivo, y así hasta que se la
aprenda y la aproveche
Despeñaperros, Austral pág 312
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