Rachel
y yo habíamos buscado la mejor escuela para Julia desde el mismo
momento en que supimos que estaba embarazada. Habíamos optado por
una que primase el arte y la alegría por encima de la
competitividad. Por cada plaza en ese colegio había doce
solicitudes. Habíamos hecho colas interminables y pedido un favor
tras otro a todos nuestros conocidos hasta que conseguimos que la
admitiesen
El
paciente, booket, pág 43
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