Las escuelas, desde sus orígenes, se inventaron para que los niños no estorbaran a sus padres y, en nuestra época, se les ha añadido la función económica de mantener fuera del mercado laboral a una juventud no impedida. Pero están tan organizadas que solo los zopencos más cerriles pueden entrar y salir de ellas sin haber aprendido unas pocas cosas.
Un hombre astuto, Libros del Asteroide, página29
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