viernes, 21 de abril de 2023

EL CEREBRO DE ANDREW, E.L. DOCTOROW

Puedo decirle que el edificio del instituto se hallaba en un estado ruinoso. La pintura descascarillándose por todas partes, muebles rotos, lavabos fuera de servicio, grietas como las fisuras de un terremoto en las pizarras, persianas que no bajaban o no subían, y el ambiente húmedo del polvo y el moho. Estableció su popularidad de inmediato al sentarse a su mesa ante la clase y ladearse lentamente hasta perderse de vista, porque la silla, cosa que advirtió ya demasiado tarde, solo tenía tres patas. De inmediato, pese a las risas, varios alumnos estaban junto a él, ayudándolo a levantarse, acercándole una silla utilizable, y supo que no había sido una broma de ellos. De hecho, quizá por el deplorable estado del centro, profesores y alumnos parecían unidos en una hermandad de lo indómito.




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