Klenz.
Profesor Klenz. Así era como se llamaba aquel sabio. Vestía
chaquetas entalladas con los hombros muy picudos, prominentes, cuyas
lomas le daban un aspecto de montaña rusa. Klenz tenía una cama
plegable en su despacho en la que a veces dormía, por las mañanas
entraba bostezando en el aula sonámbulo y despeinado, cara de ido,
toda la ropa arrugada, con un termo de café en la cartera, y en
seguida se ponía a explicar geometría descriptiva, a repartir
fotocopias entre los alumnos y a mover con lentitud sus pinzas de
molusco.
Técnicas
de iluminación, Páginas de Espuma, pág 148
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