Recibió una educación mejor que
la mía, y ahí es donde empiezan a rechinarme los dientes. Yo fui a la escuela
secundaria local (una buena escuela, aburrida, que ya no existe), mientras que
James fue a Winchester. (Quizá eso fue una bendición relativa, pues, en cierto
sentido, jamás se recuperó. Dicen que rara vez sucede.) Mi educación fue
razonablemente sólida, y, sobre todo, descubría a Shakespeare. Pero James, me
parecía entonces, estaba aprendiendo de todo. Sabía latín y griego, además de
varias lenguas modernas; yo solo conocía un poco el francés, y menos el latín.
El mar, el mar, Lumen, pág 105
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