viernes, 25 de julio de 2014

VIDA, KEITH RICHARDS (II)

Odiaba la escuela primaria. Odiaba cualquier escuela. Según contaba Doris, lo pasaba tan mal que en más de una ocasión me llevó a cuestas hasta casa porque no podía no podía ni caminar de lo mucho que temblaba y eso era antes de que empezaran los golpes y las brulas de los matones. La comida era espantosa. Recuerdo que nos obligaban a comer una poruqería llamada 'tarta gitana'. Yo me negaba en rotundo porque me repugnaba; era un pastel con un engrudo chamuscado dentro, mermelada, caramelo o algo así. Todos los escolares de entonces conocían esa exquisitez y a algunos incluso les gustaba. Pero aquello no era mi postre ideal, así que intentaban obligarme a comerlo amenazándome con un castigo o una multa. Era todo muy dickensiano. Con mi infantil caligrafía debía escribir debía escribir tescientas veces 'comeré lo que me pongan'. Después de un tiempo ya dominaba la técnica: 'Comeré, comeré, comeré, comeré, comeré, comeré, comeré... lo, lo, lo, lo, lo, lo, lo...
Vida, memorias Keith Richards, Globalrhythm, pág 33

viernes, 11 de julio de 2014

STONER, JOHN WILLIAMS (II)

A pesar de que sólo iba a enseñar fundamentos de gramática y composición a un grupo poco selecto de alumnos, aguardaba la tarea con entusiasmo, apreciando profundamente lo que representaba. Programó el curso la semana antes del comienzo del semestre de otoño, valorando las posibilidades que había mientras luchaba con los materiales y temas de esta empresa pero sentía la lógica de la gramática y pensaba que percibía cómo le salía de adentro, calando el lenguaje y respaldando el pensamiento humano. En los simples ejercicios de composición que preparó para sus alumnos advertía las potencialidades de la prosa y sus bellezas y ansiaba animar a sus alumnos en la medida de su entusiasmo
Stoner, Baile del Sol, pág 29