viernes, 25 de julio de 2014

VIDA, KEITH RICHARDS (II)

Odiaba la escuela primaria. Odiaba cualquier escuela. Según contaba Doris, lo pasaba tan mal que en más de una ocasión me llevó a cuestas hasta casa porque no podía no podía ni caminar de lo mucho que temblaba y eso era antes de que empezaran los golpes y las brulas de los matones. La comida era espantosa. Recuerdo que nos obligaban a comer una poruqería llamada 'tarta gitana'. Yo me negaba en rotundo porque me repugnaba; era un pastel con un engrudo chamuscado dentro, mermelada, caramelo o algo así. Todos los escolares de entonces conocían esa exquisitez y a algunos incluso les gustaba. Pero aquello no era mi postre ideal, así que intentaban obligarme a comerlo amenazándome con un castigo o una multa. Era todo muy dickensiano. Con mi infantil caligrafía debía escribir debía escribir tescientas veces 'comeré lo que me pongan'. Después de un tiempo ya dominaba la técnica: 'Comeré, comeré, comeré, comeré, comeré, comeré, comeré... lo, lo, lo, lo, lo, lo, lo...
Vida, memorias Keith Richards, Globalrhythm, pág 33

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