Porque no pienso yo que la cultura, y mucho
menos la sabiduría, haya de ser necesariamente alegre y cosa de juego. Es muy
posible que los niños, en quienes el juego parece ser la actividad más
espontánea, no aprendan nada jugando, ni siquiera a jugar
Juan de Mairena,
Cátedra Letras Hispánicas, pág 325
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