Mamá intentaba ayudar, suministrarme una primera amistad a bajo coste,
pero sólo me senté en el mismo pupitre que él porque el profesor que nos tocó
prefería distribuirnos por estatura antes que alfabéticamente. Menudo tío el
padre Manteca, sabía cuándo te estabas riendo por dentro, como si pudiese
atravesar con la mirada la pared craneal y contemplar el desplazamiento de las
palabra en la mente.
Divorcio en el aire, Literatura Mondadori, pág 29
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