viernes, 15 de abril de 2016

EL INTOCABLE, JOHN BANVILLE

En los años sesenta hice varios viajes a Estados Unidos- para dar conferencias y asesoramiento-, y en una ocasión, por inverosímil que pueda parecer, di clases durante un semestre en un college del Medio Oeste, donde por el día exponía ante un aula llena de alumnos, que tomaban notas con frenética diligencia, los esplendores del arte francés del siglo XVII, y por la noches salía a beber cerveza con esos mismos estudiantes, ya relajados y dóciles cual perros. Recuerdo una memorable ocasión en el Rodeo Saloon en que confraternicé con ellos hasta el punto de que decidir evocar mis viejos tiempos de espectador de music hall con Danny Perkins y, puesto de pie encima de una mesa, canté Burlington Bertie con los ademanes apropiados, lo que mereció la ruidosa, aunque sorprendida, aprobación de mis estudiantes y de media docena de vejestorios con botas vaqueras que estaban en la barra


El intocable, Alfaguara, pág 359

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