viernes, 4 de agosto de 2017

MORTAJA PARA UN RUISEÑOR, P.D . JAMES

Ofreció a estudiantes y profesora una breve sonrisa tranquilizadora y estimulante, y se instaló en una de las cuatro sillas ya colocadas en un lateral de la sala. Mary Taylor y la señora Beale se sentaron a ambos lados de ella, tan silenciosa y discretamente como les fue posible, dada la determinación del doctor Courtney-Briggs de ser puntillosamente galante y acercar las sillas a las damas. No obstante, la llegada del grupo, por mucho tacto que pusieran, desconcertó a la profesora. Una inspección no era ni mucho menos el ambiente normal de las clases, pero siempre resultaba interesante apreciar cuánto tiempo tardaba la profesora en restablecer la comunicación con el alumnado. Una profesora de primera, como sabía la señorita Beale por propia experiencia, era capaz de retener el interés de la clase incluso en medio de un intenso bombardeo y, por supuesto, también en presencia de la inspección


Mortaja para un ruiseñor, Plaza&Janes, pág 26

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