La cultura- lo que
genéricamente se llama la cultura- tenía una representación más
bien pobre. No había pedagogos ni se cumplían las leyes de la
instrucción pública. Para ir a la escuela, entre ir y venir, los
niños hubieran tenido que caminar diez o doce kilómetros diarios:
la prudencia exigía que sólo fuesen cuando no tenían nada más que
hacer y, aun así, debía meditarse
Cinco historias del mar, Destino, pág 14
Cinco historias del mar, Destino, pág 14
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