Lo que conservo es el recuerdo
de estar entrando en una clase- el aula 15 del Old Priory-, donde el
sol entraba a ráfagas a través de los estrechos ventanales
claustrales y hacía visible el polvo suspendido e inmóvil en el
aire. El profesor aún no había llegado, pero yo también debía de
llegar un poco tarde porque recuerdo que mis compañeros estaban ya
sentados en grupos en pupitres, bancos y antepechos de ventanas.
Estaba a punto de unirme a uno de los grupos de cinco o seis alumnos
cuando sus caras se volvieron hacia mí y comprendí enseguida que
estaban hablando de mi persona.
Cuando
fuimos huérfanos,
Anagrma, pág 20
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