No quería ser profesor; no se veía en ese papel, no tenía paciencia, ni comprendía ni se identificaba con los demás, versiones más jóvenes de sí mismo. ¡No, por Dios!, solo imaginarlo le llenaba de temor. (Si no podía sacarse el doctorado, si tenía que recurrir, por ejemplo, a dar clases en un instituto).
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