Pegar a los hijos se consideraba un método pedagógico fundamental; las bofetadas formaban parte integrante de la marcha cotidiana de los días, como las oraciones o los deberes. En principio no hacía falta una razón, un motivo en especial para la paliza diaria, los padres y los educadores pegaban a los niños por pura tradición, para respetar las costumbres.
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