Tiempo
de guerras perdidas,
Anagrama, pág 131
Decía Juan de Mairena en sus momentos de mal humor: «Un pedagogo hubo: se llamaba Herodes».
viernes, 12 de abril de 2019
TIEMPO DE GUERRAS PERDIDAS, J. M. CABALLERO BONALD
El
profesor de francés que me tocó en suerte era un personaje
sumamente libresco. Debía haber doblado ya la cincuentena y tenía
toda la pinta del hidalgo empobrecido que basa su dignidad en llevar
muy bien planchados el traje y la camisa sin reparar en la mugre que
han ido almacenando. Se llamaba don Julián Valmaseda y, debido a
quién sabe qué descabalamientos administrativos, era cónsul del
Perú en Jerez, un cargo que tenía que ser más honorífico que otra
cosa y cuya incongruencia parecía ser directamente proporcional a la
de quien lo ostentaba. Llegaba a casa todas las tardes, a las seis en
punto, provisto de un abrigo decrépito que nunca se descolgaba de
los hombros y de una cartera repleta de papeluchos, restos de
fiambres y avíos de afeitar
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