viernes, 17 de octubre de 2014

SOBRE LA BELLEZA, ZADIE SMITH (I)

 -          ¿Alguna pregunta?- preguntó Howard.
La respuesta nunca variaba. Silencio. Pero era una especie interesante de silencio, privativo de las clases de Humanidades de las universidades selectas. No había silencio porque nadie tuviera nada que decir sino por todo lo contrario. Lo notabas, Howard lo notaba, en el aula bullían millones de cosas que decir, algunas con tanta fuerza que parecían brotar de los estudiantes telepáticamente y rebotar en los muebles. Los chicos miraban con ansia la mesa o la ventana o a Howard; los más apocados fingían tomar apuntes. Pero ninguno hablaría. Tenían miedo de sus compañeros, y más aún del propio Howard. En sus primeros tiempos de profesor, él intentaba, estúpidamente, animarlos a vencer este temor; ahora lo entusiasmaba. El temor era respeto; el respeto, temor. Si no tienes temor no tienes nada.
-          ¿Nada que decir? ¿Tan exhaustivo he sido? ¿Ni una sola pregunta?
Un acento inglés cuidadosamente preservado incrementaba el factor miedo. Howard dejó que el silencio se prolongara. Se volvió hacia la pizarra y, lentamente, desprendió la fotocopia, dejando que las mudas preguntas le acribillaran la espalda.




Sobre la belleza, Narrativa Salamandra, pág 175 

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