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Te
he suspendido en historia sencillamente porque no sabes una palabra.
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Lo sé, señor ¡Jo!¡Que si lo sé! No ha sido culpa suya
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Ni una sola palabra- repitió
Eso
sí que me pone negro. Que alguien te diga una cosa dos veces cuando
tú ya la has admitido a la primera. Pero aún lo dijo otra vez:
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Ni una sola palabra. Dudo que hayas abierto el libro en todo el
semestre. ¿Lo has abierto? Dime la verdad, muchacho.
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Verá, le eché una ojeada un par de veces- le dije.
No quería herirle. Le volvía loco la historia.
El
guardián entre el centeno, novela edhasa, pág 20
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