viernes, 14 de junio de 2013

AL SUR DE GRANADA, GERALD BRENAN

La asistencia a la escuela, sin embargo, constituía un asunto diferente. El Estado insistía en que debía haber una escuela, y la hubo, regentada por una maestra. Aquellos muchachos que no tenían que ayudar a sus familias guardando cabras, se reunían allí todas las mañanas para asimilar los rudimentos de una educación moderna. Aprendían de memoria una serie de himnos y oraciones, se familiarizaban un poco con las historias de la Biblia y, en cuanto a la aritmética, llegaban a dominar los números cardinales hasta el veinte y si eran listos hasta el cien. También memorizaban los nombres de los cuatro continentes mayores y las doce naciones principales, y aprendían a reconocer a los animales más importantes, comenzando por el perro y el león. Esto se les facilitaba mediante una lámina de colores que colgaba de la pared, y que mostraba a una vaca junto a un caldero en el momento del ordeño, un cazador con su perro, un camello junto a una palmera, y un león devorando un antílope

Al sur de Granada, Fábula Tusquets, pág 109

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