Decía Juan de Mairena en sus momentos de mal humor: «Un pedagogo hubo: se llamaba Herodes».
viernes, 20 de diciembre de 2019
viernes, 6 de diciembre de 2019
viernes, 22 de noviembre de 2019
LÉXICO FAMILIAR, NATALIA GINZBURG
Se
matriculó en medicina, y mi padre se lo encontraba en el aula de
anatomía. No le gustaba nada verlo allí delante. Una vez que el
aula estaba a oscuras porque mi padre estaba poniendo diapositivas,
vio un cigarrillo encendido en medio de la oscuridad. “¿Quién
está fumando?- gritó-. ¿Quién es el animal que se ha puesto a
fumar?” “Soy yo, papá”, respondió la conocida voz ligera. Y
todo el mundo se echó a reir
Léxico
familiar, Lumen, pág 110
viernes, 8 de noviembre de 2019
OPEN. MEMORIAS, ANDRE AGASSI
No
estudio. No hago los deberes. No presto atención. Y no me importa lo
más mínimo. En las clases permanezco sentado, en silencio, en mi
pupitre, mirándome los pies, pensando que preferiría estar en
cualquier otra parte, mientras el profesor habla y habla sobre
Shakespeare, la batalla de Bunker Hill o el teorema de Pitágoras
Open.
Memorias, Duomo, pág 101
viernes, 25 de octubre de 2019
LA EDAD DE HIERRO, J. M. COETZE
El
año pasado, cuando empezaron los problemas en las escuelas, le dije
a Florence lo que pensaba.
—En
mi época considerábamos la educación un privilegio —le dije. Los
padres se apretaban el cinturón y ahorraban para que sus hijos
fueran a la escuela. Nos habría parecido una locura quemar una
escuela.
—Las
cosas han cambiado —contestó Florence.
—¿Apruebas
que los niños quemen las escuelas?
—No
puedo decirles a estos chicos lo que tienen que hacer —dijo
Florence. Todo ha cambiado. Ya no hay padres ni madres.
—Eso
es absurdo —dije. Siempre hay padres y madres. Así terminó
nuestra conversación.
La
edad de hierro, Coetze, pa´g 24
viernes, 11 de octubre de 2019
EVERYMAN, PHILIP ROHT
Mainly
what he did was to replicate what he´d heard as a kid when he
started taking classes and his teachers were telling him the same
things
Everyman, Vintage, pág 83
viernes, 27 de septiembre de 2019
LA EXTRAÑA DESAPARICIÓN DE ESME LENNOX, MAGGIE O´FARRELL
Nunca
le gustó el colegio. Le gustaba trabajar, le gustaban las clases y
los profesores. Ojalá el colegio hubiera sido sólo eso. Pero había
infinidad de niñas, siempre peinándose y repeinándose y tapándose
la boca entre risitas. Eran insufribles.
La
extraña desaparición de Esme Lennox,
salamandra, pa´g 121
viernes, 13 de septiembre de 2019
TRÁNSITO, RACHEL CUSK
Los
alumnos eran, por lo general, tan exigentes y egocéntricos que
terminado el curso se sentía completamente vacía. Al principio
tenía la sensación de estar dándoles algo, algo bueno, algo que
podría cambiarles la vida; en un primer momento, esa sensación de
vacío le había parecido una especie de agotamiento virtuoso. Pero
según se iba vaciando durante los cuatro o cinco días del curso,
comenzaba a pasar otra cosa. Empezaba a verlos- a los estudiantes-
con mayor objetividad; en esa manera de necesitarla que tenían ya no
advertía criterio, sino parasitismo. La sensación de que ellos la
habían embaucado para que se viera generosa, incansable,
inspiradora, cuando, en realidad, no era más que una víctima que se
había sacrificado a sí misma
Tránsito, Libros del Asteroide, pág 115
viernes, 30 de agosto de 2019
LA PARTE INVENTADA, RODRIGO FRESÁN
Una
memoria todavía a salvo de los olvidos que llegarán con el colegio;
donde y cuando su capacidad hasta ahora infinita para el recuerdo
será constantemente puesta a prueba con nombres de próceres con
uniforme tanto más aburridos que los de los superhéroes, con tablas
matemáticas, con fechas de batallas y ecuaciones inútiles que de
nada le serán útiles pero que, tal vez, su secreta función sea la
de sepultar una avalancha de información pública y externa
materias primordiales y asignaturas tanto más decisivas
La
parte inventada, Literatura Random House, pág 47
viernes, 16 de agosto de 2019
BOY (RELATOS DE LA INFANCIA), ROALD DAHL
Había
en Repton unos 30 maestros o más, y la mayoría eran
extraordinariamente tediosos y totalmente incoloros y no tenían el
menor interés por los alumnos. Pero Corkers, un solterón
excéntrico, no era ni tedioso ni desaborido. Corkers era un
seductor, un hombrón desmañado de mejillas colgantes como las de un
sabueso y vestimenta sucia, desaliñada. Llevaba pantalones de
franela sin planchar y chaqueta parda de mezclilla llena de remiendos
y con migas en las solapas. Estaba allí para enseñarnos
matemáticas, pero en realidad no nos enseñaba nada y tal era
deliberadamente su método. Sus lecciones consistían en una serie
interminable de pasatiempos inventados por él, de tal modo que no
hubiera nunca ocasión de mencionar las matemáticas. Entraba con su
andar pesado en el aula, se sentaba detrás de su escritorio y miraba
desafiante a la clase. Nosotros aguardábamos con expectación,
preguntándonos intrigados por dónde iría a salir.
—Vamos
a echar un vistazo al crucigrama del Times de hoy —decía,
sacándose del bolsillo de la chaqueta un periódico todo arrugado—.
Será mucho más divertido que andar enredando con los números.
Detesto los números. Los números son probablemente lo más funesto
que hay en el mundo.
—¿Entonces
por qué enseña usted matemáticas, señor? —le preguntaba alguno
de nosotros.
—Es
que no las enseño —respondía él, sonriendo taimadamente—.
«Simulo» enseñarlas, nada más.
viernes, 2 de agosto de 2019
EL PACIENTE, JUAN GÓMEZ-JURADO
Rachel
y yo habíamos buscado la mejor escuela para Julia desde el mismo
momento en que supimos que estaba embarazada. Habíamos optado por
una que primase el arte y la alegría por encima de la
competitividad. Por cada plaza en ese colegio había doce
solicitudes. Habíamos hecho colas interminables y pedido un favor
tras otro a todos nuestros conocidos hasta que conseguimos que la
admitiesen
El
paciente, booket, pág 43
viernes, 19 de julio de 2019
RENDICIÓN, RAY LORIGA
En
el colegio dejé que hablase ella, porque tiene más preparación y
cultura que yo. Sí me di cuenta, no obstante, de que era un lugar
precioso y de que todos los profesores parecían muy buenos y los
alumnos se comportaban de maravilla, dando los buenos días cuando te
los cruzabas en el pasillo y hasta cediéndose el paso unos a otros
Rendición, Alfaguara, pág 113
viernes, 5 de julio de 2019
FANTASMAS, CHIMAMANDA NGOZI ADICHE
—El
centro de profesores es una sombra de lo que era —ha comentado
Ikenna. He ido esta mañana.
—Hace
mucho que no voy por ahí. Aun antes de jubilarme llegó un momento
en que me sentí demasiado viejo y fuera de lugar. Esos novatos son
unos ineptos. Ninguno enseña nada. Ninguno tiene ideas nuevas. No
hay más que politiqueo mientras los estudiantes compran sus títulos
con dinero o con su cuerpo.
viernes, 21 de junio de 2019
NIÑOS EN EL TIEMPO, IAN MCEWAN
Había
quedado demostrado que existía una profunda preocupación entre
padres y educadores ante la caída en los estándares de
comportamiento y la falta de responsabilidad civil entre muchos
elementos de la sociedad, particularmente los jóvenes. La educación
desempeñaba claramente un papel importante en ello y no cabía duda
de que los padres en el pasado habían sido inducidos a error por
estúpidas teorías a la moda acerca de la educación infantil. Había
un llamamiento para regresar al sentido común y se pedía al
gobierno que tomase la delantera. Eso era lo que hacía y lo que iba
a continuar haciendo, sin dejarse intimidar por las patéticas
difamaciones y las calumnias irresponsables de sus oponentes.
Niños en el tiempo, Anagrama, pág 121
Niños en el tiempo, Anagrama, pág 121
viernes, 7 de junio de 2019
viernes, 24 de mayo de 2019
viernes, 10 de mayo de 2019
viernes, 26 de abril de 2019
DEPARTAMENTO DE ESPECULACIONES, JENNY OFFILL
En
vista de que hay madres como yo que a veces llegan tarde al colegio,
los profesores han acordado una moratoria diaria. A primera hora de
la mañana han establecido una hora de juegos, y no está bien que tu
hijo falte a esa clase, pero si falta tampoco resulta tan terrible.
No es lo mismo que faltar al círculo de actividades, en el que se
les explica a los niños cómo crecen las plantas y qué necesitan
(agua, sol), o que los humanos también somos animales, o que los
planetas se alinean en función de lo cerca o de lo lejos que están
del sol. Todos los niños saben que Plutón ha sido degradado de
categoría y aúllan de alegría cuando sus padres, que son mucho más
torpes y viejos, se olvidan de ello. También hay una moratoria para
los días en que hay que llevar cosas. El día del cartón de huevos
no es el día fijado para la actividad, sino el día anterior, uno
antes de que sea absolutamente necesario llevarlo, uno antes de que
no tenerlo suponga un auténtica catástrofe. Pero
incluso en esos casos hay profesores que toman precauciones para las
mamás que se olvidan y llevan ellos mismos los cartones o se los
piden a otras madres, las que siempre se acuerdan, las que siempre
llegan temprano
Departamento
de especulaciones,
Libros del Asteroide, pág 48
viernes, 12 de abril de 2019
TIEMPO DE GUERRAS PERDIDAS, J. M. CABALLERO BONALD
El
profesor de francés que me tocó en suerte era un personaje
sumamente libresco. Debía haber doblado ya la cincuentena y tenía
toda la pinta del hidalgo empobrecido que basa su dignidad en llevar
muy bien planchados el traje y la camisa sin reparar en la mugre que
han ido almacenando. Se llamaba don Julián Valmaseda y, debido a
quién sabe qué descabalamientos administrativos, era cónsul del
Perú en Jerez, un cargo que tenía que ser más honorífico que otra
cosa y cuya incongruencia parecía ser directamente proporcional a la
de quien lo ostentaba. Llegaba a casa todas las tardes, a las seis en
punto, provisto de un abrigo decrépito que nunca se descolgaba de
los hombros y de una cartera repleta de papeluchos, restos de
fiambres y avíos de afeitar
Tiempo
de guerras perdidas,
Anagrama, pág 131
viernes, 29 de marzo de 2019
A CONTRALUZ, RACHEL CUSK
Los
estudiantes deliberaban sobre si las ventanas tenían que estar
abiertas o cerradas, porque en el aula hacía un frío mortal y
nadie había averiguado cómo se bajaba el aire acondicionado.
Quedaba también la cuestión de la puerta, abierta o cerrada, de las
luces, encendidas o apagadas, y de si el ordenador, que proyectaba
sobre la pared un rectángulo azul vacío, y emitía un zumbido, iba
a utilizarse o podíamos apagarlo
A
contraluz, Libros del Asteroide, pág 119
viernes, 15 de marzo de 2019
EL HÚSAR EN EL TEJADO, JEAN GIONO
Cediste
al placer inmediato de contestar a un insolente con una insolencia.
En eso no hay ninguna fuerza. Hay debilidad, puesto que ahora sientes
remordimiento de no haber cumplido un deber que te habías impuesto
o, seamos francos, un acto que te haría merecedor de tu propia
estima.
El
húsar en el tejado,
Anagrama, pág 175
viernes, 1 de marzo de 2019
PRIMERA LUZ, CHALES BAXTER
Pavorese
se interrumpe y, como de costumbre, un cambio en el tono del cutis,
como si estuviera a punto de ruborizarse, señala la interrupción.
Igual que un caballo asustado de repente por un lobo, se echará
atrás, hará una pausa y, sin mirar a nadie a los ojos, dirá: “Esta
disciplina es una pesadilla de la que … nadie despertará jamás”.
Prescindiendo de sí mismo y de lo que acaba de decir, prosigue la
clase. Los alumnos también harán caso omiso de sus demás
arranques, de la misma manera que hacen caso omiso de sus citas de
William Blake. Dice que la poesía es física y ellos sonríen
Primera luz, RBA, pág 153
viernes, 15 de febrero de 2019
DESPEÑAPERROS, JOSÉ MARÍA VAZ DE SOTO (II)
Los profesores deberían ser
examinados todas las semanas y los maestros enviados a la escuela
todas las vacaciones. Si algún profesor o algún maestro se acerca
de pronto al pupitre de un niño y, sin preguntarle nada ni decirle
por qué, lo hace levantarse a empujones, lo insulta groseramente, lo
golpea brutalmente con una palmeta y lo echa a puntapiés a la calle,
debe ser empujado a su vez, golpeado a su vez por la misma palmeta y
la misma brutalidad y expulsado a su vez a patadas de la escuela y
del cuerpo de profesores o del cuerpo de maestros; se le hará
ingresar en prisión y se le impartirá un cursillo intensivo de
incitación al suicidio; si no se aprende la lección o no la
aprovecha, se le dará otra paliza con otra palmeta mayor y se le
impartirá otro cursillo doblemente intensivo, y así hasta que se la
aprenda y la aproveche
Despeñaperros, Austral pág 312
viernes, 1 de febrero de 2019
viernes, 18 de enero de 2019
FIEBRE EN LAS GRADAS, NICK HORNBY
Sin
embargo, el fútbol había adquirido un nuevo significado en relación
con mi carrera profesional. Se me había ocurrido la brillante idea
—y creo que se les ocurre a todos los jóvenes profesores de mi
cuerda— de que mis grandes aficiones (el fútbol y la música pop
en concreto) serían de gran ayuda a la hora de conectar con mis
alumnos. Pensé que podría «identificarme» con «los chavales»
porque entendía muy bien el valor que para ellos tenían los Jam o
el propio Laurie Cunningham. No se me pasó por la cabeza que en el
fondo yo era tan pueril como mis aficiones, y que si bien, sin duda,
dispuse de una especie de conexión más o menos privilegiada, eso no
me iba a servir para ser mejor profesor. A decir verdad, el principal
problema —a saber, que en los días más complicados terminaba
armándose en el aula un alboroto del demonio— resultó exacerbarse
cuando hice gala de mi adscripción a un bando determinado. «Soy
hincha del Arsenal», dije con mi mejor talante de profesor majo y
enrollado el día en que tuve que presentarme ante un grupo
especialmente difícil de alumnos de segundo. «¡Buuuu!», me
contestaron ruidosamente, sin cortarse ni un pelo.
viernes, 4 de enero de 2019
EL OBSCENO PÁJARO DE LA NOCHE, JOSÉ DONOSO
Inflamado
con el ímpetu de
su nostalgia que se iba a apaciguar durante quizá unos instantes al
comprarme un disfraz de caballero,
yo lo acompañaba feliz, como si ese traje nuevo me fuera a abrir una
ventana sobre un paisaje insospechado donde todo era posible, sí,
por qué no, papá, voy a ser alguien, un gran abogado, un gran
político, mire las notas excelentes que saco en el colegio, oiga lo
que mis profesores dicen de mis adelantos en historia, en inglés y
en francés y en latín, sí, estudiaré, haré todo lo que usted me
proponga, se lo prometo, encarnaré su sueño para que no sufra más,
no soporto sentir esa tristeza que usted siente
El
obsceno pájaro de la noche, Seix Barral, pág 103
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